Exprofesor en zona de conflicto en Ucrania teme por la guerra, pero se niega a abandonar su casa

Oleksandr Panov, de 80 años, que vive entre las áreas controladas por el Ejército ucraniano y los separatistas apoyados por Rusia, habló con la Agencia Anadolu sobre las tribulaciones de lo que podría ser un conflicto mayor

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Exprofesor en zona de conflicto en Ucrania teme por la guerra, pero se niega a abandonar su casa

Oleksandr Panov, un exmaestro de 80 años, vive desde 2014 a la sombra de una posible guerra entre Ucrania y los separatistas prorrusos, en una casa sin techo, cerca a la línea de contacto en el este ucraniano.

Panov se ha aferrado con fuerza a la casa que alguna vez compartió con su esposa en Avdiivka, una ciudad en el óblast oriental de Donetsk, alguna vez conocida como una "ciudad de fantasmas" debido a que muchos de los residentes huyeron de sus hogares ante los bombardeos y choques entre los grupos separatistas apoyados por Rusia y las fuerzas gubernamentales ucranianas.

Avdiivka, con una población de cerca de 30.000 personas, está a menos de 15 kilómetros de la línea de contacto entre las áreas controladas por Ucrania y los lugares controlados por los separatistas respaldados por Rusia, en la conflictiva región de Donbás.

En declaraciones a la Agencia Anadolu, Panov afirma que quiere paz y prosperidad, no más conflicto. "No quiero una guerra, no soy un guerrero, soy un labrador", aseguró el exprofesor.

Recorda cuándo comenzaron los enfrentamientos en la región comenzaron, el 26 de mayo de 2014, cuando el aeropuerto de Donetsk fue bombardeado. Rememora que las primeras bombas comenzaron a caer en la zona en la que vive en junio de ese año.

Ventanas cerradas desde hace siete años

Panov señala que las ventanas de su casa se han roto varias veces debido al conflicto y que se ha acostumbrado al sonido de los disparos.

"Reparé mis ventanas dos veces. Cuando se rompieron por tercera vez, las tapié", dice.

“Y solo hasta el año pasado abrí dos ventanas de nuevo. Encontré algunas piezas de vidrio y las reparé. Las ventanas estuvieron cerradas durante siete años, no las había abierto desde entonces porque los soldados estaban posicionados justo enfrente (de mi casa)".

El hombre dice que muchas personas abandonaron el área en la que vive, quedando en los alrededores solo cuatro vecinos, incluido él.

Panov dice que el transporte público en la región se detuvo entre 2014 y 2015, y que el servicio de autobús se reanudó lentamente solo hasta finales de 2016.

Afirma que luego las tiendas en el área también comenzaron a reabrir. “Desde 2017, la gran guerra se detuvo en cierta medida. Las armas Grad (lanzacohetes múltiples) dejaron de disparar”, resalta.

Vivir en una casa sin techo

El antiguo docente relata cómo parte del techo de su casa fue afectado por las bombas de los separatistas prorrusos en enero de 2017. Panov indica que solo una semana después el techo se derrumbó por completo, debido a otra bomba que impactó su casa.

Dice que logró cubrir el techo de alguna forma, con una carpa que le entregó el Gobierno de la ciudad, pero la casa, que permanece llena de libros, continúa siendo muy fría en invierno, por lo que tiene que mantener encendida la estufa de carbón día y noche.

"Si no mantengo encendida la estufa de carbón, hasta el agua de la casa se congela", asegura impotente Panov.

El exmaestro de escuela, quien sufre una serie de enfermedades, perdió a su esposa el año pasado y desde entonces vive solo en una vivienda que apenas permanece en pie.

Cuenta además que sus dos hijos viven en Donetsk, controlado por los separatistas, y que solo puede hablar con ellos por teléfono unas tres veces al año, debido a los problemas de comunicación en la región.

“Las cosas ahora están mejor”

“Ya no hay explosiones, ya no hay guerra. Todo mejoró ahora en comparación con lo que había antes”, asegura Panov al hablar sobre los últimos años en su ciudad.

“La guerra fue en 2014, 2015 y 2016... Las bombas caían a solo 30 o 40 metros de nosotros, justo frente a nosotros. Era aterrador en ese entonces", recuerda.

No hubo una "gran guerra" para ellos después de 2017, agrega.

Panov, originario de Siberia, dice que se mudó a Donbás y "compré esta casa en 2005 y he estado viviendo aquí desde entonces".

El hombre se jubiló en 2017 a los 75 años, después de trabajar durante 46 años en instituciones estatales y 10 años en el sector privado.

A la pregunta sobre qué piensa tras las recientes tensiones en la región, de las cuales muchos temen que puedan conducir a una invasión rusa y una guerra a mayor escala, Panov dice que "no es un profeta" y, por lo tanto, no puede predecir el futuro, pero deja en claro que no quiere la guerra.

Kiev y Moscú han estado enredados en un conflicto desde que estalló la guerra en el este de Ucrania en 2014, después de que las fuerzas rusas invadieran la región de Donbás y anexaran la península de Crimea.

Recientemente, Rusia concentró decenas de miles de soldados cerca de su frontera con Ucrania, disparando las alarmas en Occidente sobre la posibilidad de que el Kremlin lleve a cabo una ofensiva militar contra su vecino y exrepública soviética.

Moscú ha negado que se esté preparando para una ofensiva militar, argumentando que sus tropas están allí para realizar ejercicios regulares.
 

*Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.



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