Los dilemas de las relaciones turco-estadounidenses

Análisis del Prof. Asociado Murat Yeşiltaş, director de Investigaciones de Seguridad de la Fundación de Estudios de Política, Economía y Sociedad (SETA)

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Los dilemas de las relaciones turco-estadounidenses

Las relaciones turco-estadounidenses tienen cuatro dilemas importantes en el próximo período. No parece posible que la crisis entre Turquía y Estados Unidos se elimine sin la solución de estos dilemas. La cuestión de los misiles rusos S-400 encabezan estos dilemas. Esta cuestión es uno de los mejores ejemplos que describen las relaciones turco-estadounidenses. Tal problema no debería haber surgido entre los estados A y B que tienen relación estratégica. En este sentido, ni EEUU podría dejar sin respuesta la demanda de Turquía por los sistemas de defensa antiaérea Patriot, ni Turquía, como aliado de la OTAN, haría tal compra a su mayor competidor de seguridad y defensa.

Entonces, nuestra primera suposición debería ser que las relaciones turco-estadounidenses no se pueden definir como "asociación estratégica". Para superar el actual estancamiento, una de las dos partes debe cambiar su posición o crear una fórmula que no dañe mutuamente su posición. El modelo de Creta propuesto por el Ministro de Defensa Nacional, Hulusi Akar, se viene a la mente como una solución en este punto. Sin embargo, no está claro exactamente cómo funcionará este modelo de solución. Además, parece extremadamente difícil ejecutar el modelo cretense en un momento en que Turquía anunció que "se están llevando a cabo negociaciones" sobre la compra del segundo lote del S-400.

Entonces, ¿los esfuerzos de Estados Unidos de negociar este problema ofreciendo solo una opción para los S-400 facilitan la solución de esta cuestión? Parece poco probable que la respuesta a esta pregunta sea afirmativa. Porque, es muy claro que la fórmula de excluir los S-400 de Turquía no se considera como una cuestión de negociación por Ankara. Por lo tanto, hay que entenderse que la cuestión de los S-400 crea un punto muerto para ambas partes y no es posible reparar las relaciones sin superar esto.

La cuestión de la organización terrorista YPG, por otro lado, se ha convertido en un punto muerto que ha aumentado aún más la incertidumbre en las relaciones turco-estadounidenses. Teniendo en cuenta los crecientes ataques terroristas del YPG en el norte de Siria y la actual postura de Biden y las instituciones estadounidenses hacia el YPG, esta cuestión puede profundizar aún más que la descomposición causada por los S-400 y además puede forzar a Turquía a dar un nuevo paso militar. En este sentido, la cuestión del YPG se ha convertido en un punto muerto que determina todos los aspectos de las relaciones bilaterales como paso táctico saliendo de ser la causa de la separación entre EEUU y Turquía en materia de Siria. Al igual que en el caso del S-400, una de las partes debe renunciar a su postura. O bien Washington renunciará a establecer una administración autónoma de una manera que interrumpa la integridad territorial de Siria fortaleciendo al YPG y se acerque a la posición de Ankara, o bien Turquía cambiará su actitud hacia el YPG y aprobará la política de "transformación" de EEUU hacia la organización. En las circunstancias actuales, se entiende que ambas capitales prefieren preservar sus posiciones, por lo que es poco probable que este impasse se resuelva superando el problema de YPG en corto plazo.

Además de las cuestiones de los misiles S-400 y la organización terrorista YPG, el problema del Mediterráneo Oriental también ha alcanzado un nivel que puede llevar las relaciones turco-estadounidenses a diferentes puntos. Mientras que la visión de la Patria Azul que determina el carácter de la cuestión del Mediterráneo Oriental por el aspecto de Turquía forma la actitud militar, política y económica de Turquía, esta postura se trata por EEUU como una cuestión geopolítica regional que debe ser "afrontar". En este punto, el paso de EEUU para la consolidación del poder militar de Grecia en el Mediterráneo Oriental y sus políticas que restringuen el área de movimiento de Turquía consituyen otro dilema en las relaciones bilaterales entre ambos países.

Para superar el dilema, se espera que Turquía reduzca su área de competencia geopolítica en la región y minimice el activismo militar, no parece muy probable que Ankara llegue a un acuerdo abriendo negociaciones sobre sus intereses primarios que ha plasmado en el eje de la Patria Azul. Por tanto, los posibles acontecimientos en el eje del Mediterráneo Oriental pueden provocar una nueva zona de tensión en las relaciones bilaterales. Sumando la cuestión de la organización terrorista FETÖ, el embargo que se está imponiendo y las próximas demandas a las áreas problemáticas arriba mencionadas, hay que decir que las relaciones entre ambos países enfrentan un desafío holístico. El impasse del Congreso, que actúa como motor de la totalidad mencionada, está lejos de ser un asunto a resolver en el corto plazo. Teniendo en cuenta que la carta redactada por 54 senadores se limita al lenguaje y el discurso del castigo en lugar del deseo de corregir las relaciones turco-estadounidenses y toma como blanco al presidente Erdogan, es posible hablar sobre la existencia de un callejón sin salida en el Congreso que eclipsa las relaciones. Cuando se suma el enfoque de Biden de "hacer política exterior junto con las instituciones", parece posible que el Congreso sea más efectiva sobre la política exterior o el secretario de Exteriores Antony Blinken produzca una posición diferente de lo esperado en los expedientes como Turquía para recibir el apoyo del Congreso.

El Congreso considera el expediente de Turquía por el aspecto del ecosistema en la política exterior estadounidense en lugar de la racionalidad de la diplomacia, lo cual más complica las cosas y deja casi todos los aspectos de las relaciones turco-estadounidenses a la sombra del Congreso.

 

 

 

 



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