La ley de estado-nación de Israel es racista

Quienes guardan silencio ante la ocupación y opresión sin fin de Israel son también culpables de las políticas de un estado de apartheid

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La ley de estado-nación de Israel es racista

Ibrahim Kalın

Portavoz de la Presidencia de Turquía escribe su artículo para The Daily Sabah

La legislatura calificada como ‘la polémica ley israelí’ por parte de algunos medios occidentales se debe evaluar realmente como una práctica racista y paladín del sistema de apartheid. El paso tomado es el último clavo introducido en el ataúd de la expectativa de una solución biestatal. Todos que tienen fe en la justicia y la paz deben rechazar la situación.

El proyecto de ley estipula: "Israel es la patria histórica del pueblo judío, y tienen un derecho exclusivo a la autodeterminación nacional en él". Esto envía un mensaje aterrador a la minoría palestina de Israel y a millones de palestinos desplazados y ocupados que no tienen un lugar oficial en el estado judío. Los ciudadanos palestinos de Israel ya son tratados como ciudadanos de segunda clase. El proyecto de ley hará aún peor su estado.

Como designa Jerusalén como la “capital completa y unida de Israel”, esta ley debe ser observada como una bofetada dada contra la cara del público internacional y la resolución de la ONU que rechazan la ocupación ilegítima en el territorio palestino como Jerusalén. La ley ratificada por el parlamento evidencia abiertamente que Israel se califica por encima de la legalidad internacional.

Con el apoyo total de la administración Trump, el gobierno de Netanyahu busca descaradamente legalizar la ocupación y antagonizar al mundo musulmán entero. Recordemos que el pasado 21 de diciembre de 2017, la Asamblea General de la ONU rechazó tajantemente con 128 votos de a favor frente a 9 en contra la Resolución de EEUU de aceptar Jerusalén como la capital de Israel. Con esta nueva legislación, Israel ha mostrado una vez más que se considera superior al derecho internacional.

Hay otras disposiciones desastrosas en la nueva ley. Se refiere a la importancia del ‘desarrollo de las colonias judías como un valor nacional’. Eso es nada más que la declaración de la continuidad de los asentamientos judíos, la política de ocupación. Una vez más muestra que el movimiento de colonias se ha apoderado del Estado de Israel socavando cualquier noción de democracia, igualdad y derechos cívicos. Buscar expandir y legalizar la ocupación como una política nacional en el siglo XXI muestra el grado en que el orden internacional actual se basa más en el poder que en el derecho. Este enfoque implica que cualquier acuerdo político en las tierras palestinas ocupadas se hará únicamente de acuerdo con los términos de Israel. Eso es una receta para el desastre y un fracaso total porque ninguna paz puede ser sostenible sin la justicia.

Con la nueva ley, el plan sionista para erradicar al pueblo y territorio palestinos de la Tierra ha entrado en una nueva fase. Una vez aprobada, el primer ministro israelí, Netanyahu, habló al Knesset: “Éste es un momento determinante en la historia del sionismo y del estado de Israel”. Es una confesión de que el proyecto sionista rechazado por muchos judíos pacifistas y conscientes va a continuar a costa de vidas, territorios y la libertad del pueblo palestino.

El mundo tiene que rechazar esta ley porque ésta asciende hasta borrar al pueblo palestino de su tierra natal física y legalmente. Constituye un ejemplo terrible por lo cual una fuerza ocupante podría reivindicar victoria y legalidad. Socava cualquier significado del derecho y orden internacional. Convierte a la ONU una vez más en un cuerpo débil e irrelevante.

Turquía, la Liga Árabe, Qatar y la Unión Europea han rechazado la ley por discriminatoria y apuntado a sus consecuencias letales para la solución biestatal. La ley fue aceptada con 62 ‘sí’ y 55 ‘no’ en el Knesset israelí. Muchas organizaciones judías en Israel y en EEUU lo criticaron por innecesaria y contraproducente. Estas voces son importantes y deben ser apoyadas. Todos los países, comunidades y grupos de defensa que creen en una solución legal, moral e históricamente justa del conflicto israelo-palestino deben aunar fuerzas contra los defensores del racismo y el apartheid.

No hay ninguna otra tragedia tan injusta y dolorosa como la agonía y el dolor que los palestinos han vivido como pueblo ocupado. Su sufrimiento ha sido silenciado, marginalizado, hasta convertido en terrorismo por colonos/ocupantes extremistas y políticos israelíes y americanos de ala derecha. La opresión y la tensión pueden funcionar en beneficio de la política populista para obtener ganancias a corto plazo, pero nunca traerá paz, orden, seguridad y prosperidad a los pueblos musulmanes, cristianos y judíos de Medio Oriente. Los políticos estadounidenses están haciendo un error gigante dando soporte incondicional a las políticas ilegales y racistas de Israel. Quienes guardan silencio ante la ocupación y opresión sin fin de Israel son también culpables de las políticas de un estado de apartheid. Los palestinos e israelíes merecen mejor que eso.



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