Hidroxicloroquina, ivermectina y otros tratamientos dudosos contra la COVID-19 en Latinoamérica

Autoridades mundiales y expertos advierten sobre los riesgos de tratar al coronavirus con medicamentos que no han demostrado su efectividad.

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Hidroxicloroquina, ivermectina y otros tratamientos dudosos contra la COVID-19 en Latinoamérica

La incertidumbre, el miedo y la ausencia de una cura al coronavirus (COVID-19) han creado el escenario perfecto para el surgimiento desenfrenado de inciertos tratamientos y medicinas para la enfermedad durante las últimas semanas en Latinoamérica.

Ante la revelación de nuevos tratamientos, sin comprobación, las autoridades de salud más reconocidas en el mundo y expertos alertan sobre sus riesgos. Estos son algunos de los llamados que han hecho los especialistas:

La hidroxicloquina causa efectos cardiacos y Bolsonaro se la toma entre risas

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, se tomó entre risas a principios de la semana pasada una dosis de hidroxicloquina en frente de las cámaras, luego de confirmar su contagio con COVID-19. Afirmó que confía en la efectividad del medicamento en su recuperación.

El optimismo de Bolsonaro contrasta, sin embargo, con un pronunciamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del pasado 17 de junio, en el que se anunció la suspensión de los ensayos con hidroxicloroquina en humanos para tratar al coronavirus debido a la ausencia de resultados que demostraran su efectividad.

“La hidroxicloroquina no reduce la mortalidad en los pacientes hospitalizados por COVID-19”, lamentó la OMS.

A la divulgación de los desalentadores resultados, se sumó la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. La reconocida entidad norteamericana, que regula a los medicamentos en su país, advirtió a finales del pasado mes de junio sobre los efectos secundarios graves de la hidroxicloroquina, que incluyen “eventos adversos cardiacos graves”.

La FDA, de hecho, revocó una autorización que había concedido para tratar con el medicamento promocionado por Bolsonaro a pacientes contagiados con la COVID-19, luego de que se demostrara su fracaso.

La ivermectina con la que un alcalde colombiano promete no quedarse de brazos cruzados

El alcalde de la ciudad de Cali en Colombia, Jorge Iván Ospina, anunció la semana pasada la distribución de cientos de dosis del fármaco ivermectina entre las personas contagiadas con COVID-19, luego de argumentar que no se piensa quedar de “brazos cruzados” frente a la propagación de la enfermedad.

Ospina ha afirmado que la ivermectina tuvo resultados positivos en zonas de Ecuador, Costa Rica y Perú para tratar al coronavirus e indicó que con su uso se busca reducir la presión sobre las unidades de cuidados intensivos de su ciudad.

Ante la decisión del alcalde, Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional de Colombia, advirtió que la ivermectina es un medicamento que durante décadas se ha utilizado como antiparasitario. Detalló que el fármaco tuvo resultados positivos en laboratorio ante la COVID-19, pero que no hay evidencias que comprueben su efectividad en humanos.

“Un estudio que se hizo en laboratorio demostró que era un potente antiviral, que podría eliminar el virus in vitro, pero las dosis a las cuales se hicieron esos ensayos fueron tan altas, que incluso podrían no ser adecuadas para el consumo humano”, indicó Vaca a la Agencia Anadolu.

A Vaca le preocupa que la ivermectina es un producto al que las poblaciones latinoamericanas le tienen confianza porque ha sido utilizado en sus países como antiparasitante, lo que podría acelerar su consumo sin precaución.

La FDA también ha rechazado el uso de la ivermectina y ha establecido que no está aprobada para la prevención o el tratamiento de la COVID-19.

“Se necesitan pruebas adicionales para determinar si puede ser apropiada para prevenir o tratar el coronavirus”, indicó la FDA.

La autoridad estadounidense, además, mencionó que la ivermectina puede tener efectos secundarios como sarpullido, náuseas, vómitos, diarrea, dolor de estómago, hinchazón del rostro o de las extremidades, eventos adversos neurológicos (mareos, convulsiones, confusión), baja repentina de la presión arterial y lesión hepática (hepatitis).

El dióxido de cloro, catalogado como milagroso en Ecuador

Una asociación denominada Foro de Investigación de Andreas Kalcker puso a debatir a parlamentarios de la Asamblea Nacional de Ecuador sobre la posibilidad de tratar con dióxido de cloro (también conocido como CDS) a pacientes contagiados por la COVID-19.

Los parlamentarios de la Comisión de Fiscalización y Control Político de la Asamblea Nacional de Ecuador escucharon a Edwin Villacís, integrante del Foro, quien denunció una supuesta trama mundial para impedir la comercialización del producto.

 “Hay oscuros intereses para que el producto no salga a la luz, pues es muy barato”, sostuvo Villacís.

La FDA ha sido particularmente tajante al referirse a los vendedores del CDS. La organización ha advertido que quienes comercializan ese producto buscan engañar a los incautos.

“A la FDA le preocupa que todavía estamos viendo productos de dióxido de cloro a la venta con afirmaciones engañosas de que son seguros y eficaces para el tratamiento de enfermedades, ahora incluyendo la COVID-19. La venta de estos productos puede poner en peligro la salud de una persona y retrasar el tratamiento médico apropiado”, afirmó el comisionado de la FDA, Stephen M. Hahn.

Claudia Vaca, entre tanto, se refirió al dióxido de cloro como “agua de piscina”, con la que los charlatanes buscan estafar a las poblaciones.

“Se ha promovido para consumo humano sin ningún tipo de soporte ni evidencia seria, con el agravante de que se puede preparar en casa, lo que puede generar, incluso, intoxicaciones”, sostuvo Vaca.

Los kits de medicinas de Honduras y El Salvador

El Gobierno de Honduras avaló como parte de sus estrategias para tratar a enfermos de COVID-19 dos métodos que incluyen el uso de varios medicamentos. Los tratamientos se llaman Maiz y Catracho. Fueron bautizados de esa manera como resultado de un acróstico formado por los nombres de sus principales componentes.

Catracho incluye el uso de hidroxicloroquina, y Maiz el de ivermectina. Este último además tiene azitromicina, un antibiótico, cuyo uso tampoco lo recomienda la directora del centro de pensamiento de la Universidad Nacional.

“El uso de azitromicina en esos kits es riesgoso por el problema de salud pública global de la resistencia antimicrobiana”, mencionó Vaca.

La resistencia a los antimicrobianos o farmacorresistencia, según la OMS, se produce cuando los microorganismos, sean bacterias, virus, hongos o parásitos, sufren cambios que hacen que los medicamentos utilizados para curar las infecciones dejen de ser eficaces.

En el Salvador, entre tanto, se ha difundido un protocolo firmado por la médica María Eugenia Barrientos que propone, básicamente, tratar la enfermedad con un kit que incluya un antiinflamatorio, un antigripal y un antiséptico.

“Con el antigripal trabajamos en evitar el contagio que se da con el estornudo y la tos (…) Con el antiinflamatorio evitamos la principal causa de muerte”, afirmó Barrientos en una entrevista con el medio guatemalteco Libertópolis.

La fórmula de Barrientos ha sido difundida por redes sociales en España y Latinoamérica. La médica afirma, incluso, que al cuarto día sus pacientes dejan de tener coronavirus.

Al examinar la fórmula de la médica salvadoreña, Vaca observa que es un tratamiento tradicional para un cuadro gripal que atiende la sintomatología asociada al coronavirus, sin que ello se traduzca en que se logren evitar los casos más complicados de la enfermedad que afectan a entre un 3% y 5% de los infectados.

Para Vaca la puesta en práctica de tantos tratamientos, sin pruebas sólidas, ante la COVID-19 se explica desde el miedo y la incertidumbre de las poblaciones latinoamericanas ante la pandemia.

“Los ciudadanos sin ninguna alternativa de tratamiento, y ante la ausencia de mensajes un poco más pedagógicos, termina agarrándose de cualquier intervención (…) Hay, además, una tendencia de la humanidad a buscar soluciones milagrosas”, detalló Vaca.

El miedo en Latinoamérica es entendible luego de convertirse en uno de los epicentros de la pandemia, que ha dejado en esta región del mundo cerca de 3,5 millones de contagios y alrededor de 140 mil personas fallecidas.



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